Cien años de soledad es
una obra que se incluye en el género del realismo mágico. Por eso, la “realidad” de esta obra
presenta eventos mágicos y sobrenaturales como si fueran normales y aceptables.
Por consiguiente, García Márquez crea una situación cómica e irónica, donde los
personajes tienen que vivir en un mundo raro sin darse cuenta de que ese mundo
es sobrenatural.
El fragmento que trata
de la enfermedad del insomnio de los habitantes de Macondo, un pueblo en la
selva colombiana está lleno de ironía. El primer ejemplo de ironía es la manera
en la que se describe el insomnio. Los indígenas creían que el insomnio se
podía contagiar y que hacía a las personas perder su identidad “hasta hundirse
en una especie de idiotez sin pasado”.
Es interesante que
García Márquez eligiera estas palabras para describir una enfermedad de la vida
moderna que está molestando a la mayoría de la población urbana y neurótica. Este
mundo raro del realismo mágico es en realidad una crítica a las opciones
vivenciales de los seres humanos modernos.
Además, la manera en la
que se describe cómo la familia Buendía cayó enferma es muy irónica. Los Buendía
no podían recordar si habían dormido y se dieron cuenta de su situación tres
días después.
García Márquez es muy
irónico cuando describe el estado de la familia Buendía: “En ese estado de
alucinada lucidez no sólo veían las imágenes de sus propios sueños, sino que
los unos veían las imágenes soñadas por los otros”.
La selección de palabras, la
antítesis y figura etimológica de “alucinada lucidez” y la paradoja de soñar
despierto y además ver los sueños de los otros, crean una situación cómica.
Otro aspecto cómico es
que todos creen que el insomnio es contagioso. Todo el pueblo se contagió por
comer animalitos de caramelo fabricados en casa de los Buendía. La manera en la
que García Márquez escribe la descripción de los chupetes y la repetición de la
frase “del insomnio” crea un tono dramático falso que es también cómico e
irónico.
Además, los habitantes,
para proteger otros pueblos de la enfermedad, obligaron a los forasteros a
hacer sonar sus campanitas para que los enfermos supieran que estaban sanos. El
pueblo no permitía a los enfermos comer o beber nada porque la enfermedad,
según ellos, se transmitía por la boca. Estas medidas raras e hiperbólicas se
describen de una manera lógica como si fueran normales, creyendo así una
circunstancia cómica.
Gabriel García Márquez a través de la ironía
está explorando varios temas de la modernidad y la situación humana: la
enfermedad, la neurosis, la actuación de la sociedad, la presión social y otra